La familia es el primer sistema significativo, en la cual aprendemos a conocer cómo funciona el mundo, cómo funcionan las relaciones. Especialmente, la madre y el padre son el primer sistema de referencia, especialmente en los primeros años de vida. Es nuestro primer modelo y en función de ello, nos movemos de determinada forma en la vida.

La familia es nuestro primer modelo y por lo tanto aprendemos una serie de actitudes, valores, creencias, sentimientos y conductas que pueden dar sentido para saber quiénes somos y cómo nos movemos en la vida.  Son sistemas de pensamiento y acción que vienen precedidos de generación a generación. Aprendemos una serie de reglas de cómo debemos comportarnos sin transgredir esos límites que forman la identidad familiar y satisface una necesidad primaria, la de pertenencia.

Interiorizamos los roles y los guiones que asumimos que tienen sentido para nuestra familia. Estos guiones marcan tus creencias de lo que crees que tienes derecho y puedas conseguir en la vida. El grado de apego a este modelo primario influye directamente en el bienestar psicológico.

Por ello, toda familia tiende a establecerse en lo conocido para lograr sus propios equilibrios. Sin embargo, no siempre lo conocido significa que se de el equilibrio que necesita la familia, incluso puede ser un obstáculo para que la familia evolucione y todos sus miembros puedan desarrollarse. Despedirse de lo conocido, puede generar angustia y culpa debido a creencias de lealtad.

El problema existe cuando aquellas formas familiares que interiorizamos ya no nos sirven y seguimos luchando por mantenerlas. Es decir, como asociamos nuestra identidad personal como nuestra identidad familiar, no tenemos la diferenciación suficiente para podernos permitir cambiar, ajustar o mejorar las situaciones que nos aparecen en distintos momentos vitales. En esta fase, se produce un sacrificio personal, lo que puede conllevar a graves conflictos interiores y generar un malestar latente.

A su vez, puede existir la presión familiar para que no se produzcan aquellos cambios naturales ya que se pueden interpretar como un rechazo personal o un abandono. Aquí la culpa puede surgir como mucha fuerza en nuestro interior y para ello es necesario que podamos conectar con nuestras necesidades reales, y no con las necesidades del resto de los miembros.

Es muy importante, tomar consciencia, conocer qué rol hemos desempeñado en nuestra familia, que función tenía, y de qué forma ello ha marcado nuestra personalidad.  A su vez, necesitamos posicionarnos en el lugar físico y psicológico que nos corresponde para asumir nuestra vida. Desarrollar tu propio orden psicológico promueve el orden psicológico familiar.

Tomar un espacio para descubrir quién eres, y quién quieres ser resulta esencial para poderte ubicar en lugar que la vida tiene para tí mism@. Y paradójicamente estas decisiones ordenan tu forma de entender la familia y te pueden impulsar la familia que elijas y quieras construir.

Hay muchas situaciones en tu vida que te señalan constantemente que necesitas lograr a Ser Tú.

Eso sí, esta decisión de seguir tu propio camino, hace que la familia se mueva y se reajuste. Cada cambio de algún miembro de la familia afectan a los demás y viceversa. Eso supone que cada persona necesita hacerse cargo de lo que suponen esos cambios en su propia vida.

Este proceso requiere tiempo, comprensión y firmeza para que se puede alcanzar la salud emocional y los proyectos que desees cumplir.

Nos merecemos superar aquellas creencias que limitan nuestro vivir. Necesitamos ser fiel a nosotr@s mism@s.

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