En esta sociedad nos alimentamos de excesivo ruido. Aparecen ruidos externos y los ruidos internos, principalmente mentales. La era de la comunicación tecnológica sigue fomentando unas cantidades de información que nos condiciona a mantenernos en alerta constantemente. Nos crean ataduras mentales y emocionales.

Nuestro cuerpo, ya nos advierte que no puede seguir a ese ritmo. No hay espacio mental. Necesitamos poner límites internos y externos sanos para no acabar infotoxicados.

Necesitamos cultivar nuestro silencio. Simplemente aprender a Ser. Nos podemos dar cuenta que nos alejamos constantemente de nuestro centro y que necesitamos otro camino, otra forma de vivir en nuestra vida. Es necesario volver a cuidar nuestra calma, nuestra paz y nuestra alegría. Necesitamos cuidar y liberar nuestra mente.

En primer lugar, debemos tomar conciencia de la cantidad de ruido mental poseemos. El dialogo mental constante pueden llevarnos a la ansiedad y con el tiempo al agotamiento. Un ruido que no nos ayuda a estar en el momento presente con la tarea que requiere nuestra atención porque seguimos identificados o enganchados al mismo. Podemos estar con varios asuntos a la vez pero esa forma cada vez más nos descentra y despista. También, nos alejan de los demás. Necesitamos volver a apreciar la necesidad de silencio que tenemos y hacer algo para remediarlo. El silencio despierta nuestra toma de conciencia.

Por otro lado, necesitamos observar de la cantidad de hábitos mentales recurrentes e intrusivos que aparecen en nuestro espacio mental que incluso bloquean nuestra capacidad de sentirnos más espontáne@s y creativ@s. En la práctica de la quietud interior, podemos ampliar este espacio para dar claridad a las necesidades que pueden haber en nuestro ser y a nuevas formas de expresión. La calidad de nuestro hacer depende de la calidad de nuestro Ser.

La práctica del silencio nos puede ayudar a empoderarnos. Nos ayuda a tener más sosiego y más paz en nuestro interior. El silencio nos facilita poder descubrir las maravillas que existen en el entorno. Sentir que nuestra propia serenidad puede entrenarse nos proporciona fuerza interior para tener una mejor relación con nosotr@s y con el mundo.

Silenciarnos nos ayuda a disminuir la reactividad automática que, en muchas ocasiones, bloquean nuestras decisiones conscientes y amorosas. Saber parar nuestro diálogo interno, tomar distancia con la situación pueden abrir otras sendas para que podamos volver a sentir empatía hacia dentro y hacia fuera.

Cultivar nuestro propio espacio interior amplia nuestra forma de ver los problemas de nuestra vida cotidiana y nuevas formas de resolución.

Validar tu necesidad de calma apunta directamente a seguir avanzando.

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