La práctica de la reflexión fortalece un músculo que necesita desarrollarse en tiempos donde el valor de la estética, la imagen, el deseo de agradar está por encima del autoconocimiento y amor hacia un@ mism@.
Como casi todo en la vida, necesita equilibrios y para poderlos lograr necesitamos volver a nuestro hogar (nuestro Ser) para podernos dar ese espacio para que nuestras semillas interiores puedan florecer. A su vez, precisamente el hecho de ir conociéndote mientras afirmas quién eres, te hace alcanzar una sensación interior de fortaleza, que puede potenciar tus relaciones o definitivamente dejar relaciones vacías entre otros reajustes que se van experimentando.
Si damos como valor y máxima prioridad el cuidado de nuestro Ser, parece que poco a poco se va diluyendo esta idea de complacer, de buscar aprobación a fuera. Estas decisiones nos movilizan, nos reajustan emocionalmente y cognitivamente. Estos cambios internos también promueven cambios en nuestro entorno. La resistencia al cambio es lo que puede darnos más miedo, incluso llevando a aplacar nuestros deseos y nuestra necesidad de curiosidad. Puede dejarnos desensibilizados, puede dejarnos apáticos, sin fuerzas para tomar decisiones, facilita la auto-agresión y promueve una soledad angustiosa.
La curiosidad nos mantiene en la inocencia y en la apertura, nos mantiene en la duda y en la necesidad de descubrir, investigar para poder confiar en nuestro propio criterio. Desarrollamos nuestro pensamiento crítico o discernidor. La inocencia nos conecta con esa parte infantil que nos ayuda a relacionarnos desde el juego, desde la interacción, y la amabilidad. Nos invita a estar abiertos a fuera, al mundo.
Por otro lado, nos conecta con lo más vulnerable de nosotros y nos puede conectar con el dolor. Sentir nuestro propio dolor, darle un lugar en nuestra vida, es una función fundamente para empoderarnos. Es un mensaje propio, tiene su propia historia, sus propios protagonistas, donde los sentimientos tienen mucho que decir. También, tienen su propio espacio-tiempo, que es importante encuadrar para ubicarnos mejor en el presente.
Lo vulnerable, nos lleva a sentimientos generalmente rechazados, como la impotencia, la vergüenza, la culpa, la rabia, la frustración, la ira o el propio miedo pero si aprendemos a escuchar qué nos quieren decir estos sentimientos y que hay debajo de ellos pueden ser nuestros grandes aliados para poder conectar con nuestras necesidades reales y no las necesidades alejadas al momento. Los sentimientos nos llevan a una perspectiva personal, a nuestra propia verdad, con más matices y con más color. Con el desarrollo de la percepción y el pensamiento podemos darnos cuenta de hacia dónde nos está orientando nuestras necesidades y cómo podemos llevarlas a término.
En cuanto a los sentimientos, nos conectan con la sensibilidad y la misma sensibilidad con nuestros sentimientos. La sensibilidad es revolucionaria. La sensibilidad nos ayuda a identificar-NOS, nos vincula a los demás, nos ayuda a apreciar la belleza de las cosas, nos ayuda a agradecer nuestra existencia (que sin los demás tampoco tendría sentido), la sensibilidad nos baja el ritmo frenético y agotador que podemos llevar. La sensibilidad es creativa y creadora.
La sensibilidad nos abre paso para que sintamos el dolor que la vida muestra inevitablemente. El dolor es una verdad que frecuentemente queremos evitar por mantener una imagen o por miedos pero por eso tiene tanto valor porque nos puede acercar a una mayor conexión con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.
Descubrir qué miedos pueden bloquearnos a sentir nuestro propio dolor y poderlo cuidar como necesita es la clave para seguir creciendo. Si poco a poco vemos al dolor como un amigo o una amiga que nos quiere cuidar, podemos crear una relación de cuidado mutuo como vacuna ante la soledad o el aislamiento que es un mal de este siglo.
Como conclusión, creo que la sensibilidad desarrolla nuestra reflexión e imaginación para poder expresar aquello que llevamos dentro. Conectar con nuestro Ser sin juicios permite que seamos más honest@s y espontáneos incluso que queramos cambiar parte de nuestro entorno.
Abraza cada día a tu sentir y tu propia reflexión.
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